Si nos proponemos definir qué es el mutualismo, lo haremos a través de conceptos como el de la colaboración, la corresponsabilidad o la importancia del bien común, entre otros. Su esencia misma no es otra que contribuir a paliar posibles situaciones de vulnerabilidad y dar respuesta a necesidades sociales no satisfechas.
El mutualismo son personas que cuidan de otras personas, atendiendo a ese valor de “lo mutuo” y de crear sociedades más colaborativas, prósperas y justas. Todo ello es lo que da sentido a la actividad de una aseguradora basada en este modelo de negocio: una mutualidad; es su propósito, su “para qué”.
Esta forma de ser y de hacer las cosas propia del mutualismo, esta sensibilidad social es, sin lugar a duda, rentable y contribuye a fortalecer un sistema financiero que garantice un crecimiento sostenible de la economía.
La incorporación de criterios ESG en la estrategia de una mutualidad se ha convertido en algo consustancial a su razón de ser. En este sentido, el valor estratégico de lo social (la “S” de “ESG”) es fundamental para el negocio de este tipo de organizaciones.
O dicho de otra manera, cuidar de la calidad de vida de las personas, generar valor compartido desde la colaboración o buscar soluciones empresariales que contribuyan a afrontar los retos sociales, entre otras cuestiones, es hacer negocios con foco en la “S”, lo que nos lleva de nuevo a la definición de mutualismo.
No cabe duda de que actualmente nos enfrentamos a importantes desafíos socioeconómicos: crisis económica y geopolítica, pandemia, bienestar de los trabajadores, el reto de la nueva longevidad o la ética en la aplicación de la Inteligencia Artificial, entre muchos otros, que han influido en un viraje corporativo hacia un modelo más consciente que enfatiza la importancia de abordar la “S” de lo social en las estrategias corporativas. Un contexto muy retador en el que las mutualidades deben jugar un papel protagonista.
Los mutualistas, clientes y propietarios de una mutualidad, así como el resto de los grupos de interés exigen este compromiso con el desarrollo sostenible que, además, es clave para el posicionamiento de una entidad de estas características.
El mutualismo, como filosofía centrada en la colaboración y el bien común, se ha convertido en un pilar esencial en la construcción de un futuro más resiliente y equitativo, donde las personas y la comunidad son el centro de atención en la búsqueda de soluciones y prosperidad compartida.
Al poner el foco en el bienestar de las personas y en la resolución de problemas sociales, estas organizaciones fortalecen su posición en el mercado y su conexión con los grupos de interés, garantizando su rentabilidad y sostenibilidad en el tiempo.
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Responsable de Sostenibilidad Grupo Mutualidad de la Abogacía.
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