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Inteligencia artificial: hacia un impacto económico, social y medioambiental positivo

Actualización ABRIL 2024

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Isaac Asimov y sus leyes de la robótica. Ridley Scott con Blade Runner o Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick con HAL 9000 en su odisea en el espacio. La literatura, primero, y el cine, después, llevan décadas soñando con máquinas capaces de pensar, hablar y tomar decisiones. Pero, en los últimos años, la inteligencia artificial ha dejado de ser ficción para colarse, poco a poco, en nuestras vidas.

Aunque la IA todavía está en pañales, el impacto de las máquinas y los objetos inteligentes ya se está dejando notar en los negocios, las fábricas o el trabajo e, incluso, en la forma en que concebimos nuestras sociedades. En el horizonte aparecen una serie de cuestiones éticas, desafíos y oportunidades que marcarán el presente y el futuro de la inteligencia artificial.

La dificultad de definir la inteligencia artificial

Desde que John McCarthy lo definió por primera 1956, el término inteligencia artificial ha estado sujeto a debate. Más allá del marketing que rodea hoy a todas las cosas inteligentes, es innegable que las máquinas están aprendiendo (y les estamos enseñando) a trabajar por sí mismas y a imitar cada vez mejor los comportamientos humanos. Pero, ¿qué es exactamente la inteligencia artificial?

Si el ser humano es inteligente y, hoy por hoy, existen modelos computacionales capaces de imitar el comportamiento humano, ¿significa entonces que un ordenador puede ser inteligente? Intentar entender qué es una inteligencia artificial nos ha llevado a reflexionar sobre nuestra propia inteligencia y los muchos factores (valores, ética, razonamiento…) que entran en juego cuando un ser humano toma una decisión.

Y es, precisamente, en la capacidad de algo artificial de tomar decisiones razonadas donde se sitúa buena parte del debate. Hoy en día, como señalan desde el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), tenemos multitud de máquinas y objetos capaces de mostrar comportamientos inteligentes concretos; capaces de hacer cosas por sí mismas y, en ocasiones, mejor que los humanos. Esto ha puesto una serie de cuestiones éticas sobre la mesa.

El impacto en la empresa y los retos del futuro

La inteligencia artificial tiene el potencial de cambiar la forma en que producimos y trabajamos. Como tal, está teniendo un gran impacto en el mundo empresarial. Según un informe elaborado por EY y publicado en MIT Technology Review, los usos más demandados de la IA en la actualidad son la mejora y el desarrollo de nuevos productos y servicios, la mejora de la eficiencia operativa y de costes, y la aceleración de la toma de decisiones.

Además, el mundo empresarial espera obtener ventajas de la creciente automatización, la mejora de la relación con el consumidor, la eficiencia en el canal de ventas y distribución, el análisis de las operaciones y las finanzas, y el aprovechamiento del talento humano una vez que se consiga liberar de las tareas más tediosas y absorbentes.

Alrededor de la cuestión del trabajo y la interacción entre humanos y máquinas inteligentes se ha centrado buena parte debate en los últimos años. Los desafíos no se pueden ignorar. Según el Foro Económico Mundial, en su último informe The Future of Jobs, en la próxima década se destruirán 75 millones de empleos tradicionales (en los que los humanos serán suplantados por las máquinas), pero se crearán 133 millones de nuevos trabajos. Además, la automatización y la inteligencia artificial presentarán desafíos concretos en la gestión del talento, la flexibilidad del trabajo y la movilidad, tres aspectos con grandes implicaciones sociales.

Por otro lado, la IA puede ayudarnos a solventar algunos de los grandes retos del planeta en este siglo XXI. Como explican desde Microsoft, la inteligencia artificial se está utilizando en la lucha contra el calentamiento global, la protección de la biodiversidad o la gestión de recursos como el agua. El uso del machine learning para reducir la contaminación y usar los recursos de forma eficiente en la agricultura y la ganadería también es una realidad.

En resumen, como con cada tecnología, los beneficios y los perjuicios de la IA dependen de las decisiones humanas. Por ello, cada vez más instituciones académicas, como la Universidad de Harvard o la de Oxford, insisten en la necesidad de establecer un marco de gobernanza transparente para la inteligencia artificial. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar? ¿Qué tipo de decisiones vamos a dejar en manos de máquinas?

Desde el Future of Humanity Institute, de la Universidad de Oxford, insisten en que el buen gobierno es la única manera de evitar los riesgos de la IA y aprovechar todas las oportunidades que ofrece. Aseguran que el impacto de la inteligencia artificial será similar al de la primera revolución industrial y que la opinión pública y las administraciones deben estar preparadas para tomar decisiones correctas.

Oportunidades y desafíos en busca de un impacto positivo

Más allá de los retos y las ventajas a gran escala, la inteligencia artificial está cambiando también la forma de hacer negocios. Según la consultora Deloitte, existen cuatro grandes oportunidades a través de la IA que están al alcance de las empresas:

  • Eficiencia y reducción de costes a través de la automatización inteligente de procesos rutinarios y/o burocráticos.
  • Mejora de la atención a clientes y proveedores a través de chatbots, piezas de software inteligentes capaces de interaccionar con personas a través del lenguaje escrito y hablado.
  • Personalización de productos y servicios mediante el análisis automático e inteligente del consumidor, lo que redunda en la satisfacción del cliente.
  • Ventajas competitivas y nuevas líneas de negocio gracias a las capacidades de análisis predictivo de la IA.

Por otro lado, además de los desafíos que ya hemos comentado con anterioridad, la revista Forbes señala cuatro grandes obstáculos que pueden impedir a las empresas obtener lo mejor de la inteligencia artificial.

  • Falta de potencia de computación. Acceder al poder de la inteligencia artificial puede requerir una inversión en ordenadores y programas que no está al alcance de todas las empresas.
  • Dificultades en encontrar el talento necesario. La integración de la IA en las empresas necesitará de nuevos perfiles profesionales que no siempre van a estar disponibles.
  • La confianza del consumidor. Uno de los desafíos más impredecibles pasa por saber cómo vamos a reaccionar los usuarios y consumidores cuando la inteligencia artificial gane presencia en nuestro día a día e, incluso, tome decisiones por nosotros.
  • Una inteligencia completa. Hoy, la mayor parte de aplicaciones de la IA son concretas. Conseguir que las máquinas sean capaces de responder a cualquier tipo de necesidades y/o situaciones está todavía lejos de convertirse en realidad.

Al mismo tiempo, la inteligencia artificial tiene también un gran potencial de cambio más allá de la estricta actividad empresarial. Mediante esta tecnología, las empresas pueden lograr un impacto positivo en el mundo a nivel económico, social y medioambiental. Según un informe reciente de McKinsey existen una serie de aspectos alrededor del desarrollo de la IA que pueden contribuir a construir un sistema más justo.

  • La IA impulsará la actividad económica global. Gracias a las herramientas de inteligencia artificial, el PIB global crecerá un 16% hasta 2030, sumando 13 billones de dólares.
  • Las empresas y las administraciones deberán trabajar con la tecnología para que esta riqueza se reparta de forma equitativa y no se agranden las brechas tecnológicas y sociales. La propia IA puede contribuir a la creación de sistemas más justos y a reforzar la formación de los trabajadores para que ocupen los nuevos perfiles necesarios, suavizando así el impacto de la reconversión del trabajo.
  • La colaboración público-privada será necesaria a nivel global para responder a los desafíos del cambio tecnológico y afrontar la transición hacia un nuevo modelo económico y social de la forma más controlada posible.

Además, de acuerdo con el World Economic Forum, la inteligencia artificial puede ayudar a las empresas a hacer frente a los desafíos climáticos y ambientales del siglo XXI. Los coches autónomos (y eléctricos) permitirán construir un nuevo modelo de movilidad compartida más eficiente. La gestión inteligente de la red de energía facilitará el uso de renovables. La integración de la IA en las ciudades permitirá núcleos urbanos más eficientes en la gestión de utilidades y servicios. La producción de alimentos ganará en sostenibilidad y reducirá su uso intensivo de recursos. La lista de posibles impactos positivos es larga; las opciones de las empresas para crear un impacto positivo son reales.

La inteligencia artificial ya es real

Todo esto puede parecer lejano, pero el uso de la IA es real en empresas grandes y pequeñas. Por ello, desde Enterprise 2020. Futuro del trabajo buscamos recoger, analizar y visibilidad para entender cómo las empresas afrontan el reto de la transformación tecnológica responsable, considerando en sus decisiones criterios éticos y maximizando los impactos positivos, tanto ambientales como sociales, un impacto que se evidencia en proyectos destacados como:

Muchas compañías españolas se han subido también a la ola de la inteligencia artificial. Caixabank, por ejemplo, lanzaba este año un asistente virtual con tecnología de IBM capaz de interaccionar con clientes y resolver sus dudas mediante lenguaje natural. Y Ferrovial acaba de presentar un módulo automático para la selección y separación de residuos con inteligencia artificial. Una tecnología aplicada también por parte de Reale Seguros a través de Inbentia en la gestión de correo electrónico, permitiéndole mejorar el servicio al cliente y gestión de sus grupos de interés.

Sanitas también se ha apoyado recientemente en la IA para avanzar en la personalización de los tratamientos médicos. Y el asistente virtual de DHL basado en Alexa permite que los clientes hagan el seguimiento de sus paquetes mediante voz. Son multitud de pequeños y grandes cambios que contribuyen de forma positiva a la sociedad. Se mire donde se mire, la IA está conquistando espacios que antes estaban reservados a la inteligencia humana. Sacarle el mejor partido está en nuestra mano. Hacerlo desde una perspectiva ética y asegurando un futuro sostenible, también.

Desde Enterprise 2020 buscamos recoger, analizar y visibilidad para entender cómo las empresas afrontan el reto de la transformación tecnológica responsable, considerando en sus decisiones criterios éticos y maximizando los impactos positivos, tanto ambientales como sociales. Las empresas pueden participar con sus proyectos hasta el 30 de noviembre (toda la información aquí).

Equipo de Enterprise 2020. Futuro del Trabajo:

  • Germán Granda, Director General de Forética
  • Raquel Canales, Project Manager de Forética
  • Nuria Combrado, Responsable de Comunicación de Forética
  • Ricardo Trujillo, Senior Manager de Forética

Artículo con la colaboración de Juan F. Samaniego

Este artículo es el segundo de una serie de textos divulgativos que desde Forética se publicaron con el objetivo de profundizar en los aspectos éticos, sociales y ambientales de la transformación tecnológica, dar a conocer los retos y oportunidades que ofrece el futuro del trabajo y analizar cómo las empresas líderes  incorporan la tecnología, considerando en sus decisiones criterios éticos y maximizando los impactos positivos, tanto ambientales como sociales. Unos textos que se enmarcan dentro del proyecto Enterprise 2020. Futuro del trabajo

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