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El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático

El mundo está cada vez más urbanizado. En las próximas décadas, un 75% de la población mundial vivirá en ciudades. En ellas, las tendencias demográficas, económicas y ambientales acaban convergiendo y, por ello, es fundamental resolver los principales problemas a los que se enfrentan los seres humanos: la pobreza, el cambio climático, la asistencia sanitaria y la educación.

Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles es uno de los objetivos (ODS 11) marcados por Naciones Unidas en la Agenda 2030. Una oportunidad para emprender un camino con el que mejorar la calidad de vida de todos, sin dejar a nadie atrás. Para materializar esta oportunidad es necesario cambiar la forma en la que las ciudades se planifican, financian, construyen y gestionan.

El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático

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Los niveles de consumo de energía y de contaminación en las zonas urbanas son preocupantes. Aunque las ciudades ocupan solo el 3% de la superficie terrestre, representan entre un 60% y un 80% del consumo de energía, y el 75% de las emisiones de carbono.

Hay que considerar, también, la vulnerabilidad de las ciudades frente al cambio climático y los desastres como son inundaciones, sequías, temporales y otras inclemencias del clima, escasez de energía, escasez de alimentos y calidad del aire. La necesidad, por tanto, de reforzar la resiliencia urbana es crucial para evitar pérdidas humanas, sociales y económicas.

Si bien muchos gobiernos han fijado metas para alinearse con el Acuerdo de París, también, las ciudades han establecido sus propios objetivos ambiciosos relacionados con aspectos como el cambio climático, el uso del suelo, el transporte, la calidad del aire, la gestión de residuos y la gestión del agua.

¿Qué desafíos y tendencias están manejando las ciudades hoy?

Las ciudades se enfrentan a un desafío continúo relacionado con su rápido crecimiento. El programa de las Naciones Unidas ONU Habitat estima que un 60 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades en 2030. Este crecimiento va acompañado de una mayor demanda de empleo, transporte y viviendas asequibles, así como un mayor consumo de energía, agua y de generación de residuos.

Las inversiones que tienen que hacer las ciudades para responder a estas demandas son importantes. Éstas han de estar ligadas al crecimiento e, igualmente, al mantenimiento de instalaciones en muchas ocasiones obsoletas: renovación de tuberías y sistemas de agua envejecidos, plantas de combustibles fósiles de altas emisiones, vertederos que han alcanzado su capacidad máxima o infraestructuras de transporte muy obsoletas. En este sentido, la pandemia del coronavirus ha puesto a prueba a las ciudades que se han tenido que enfrentar, no sólo a nuevas demandas de servicios sino, también, a caídas casi impensables en la recaudación de ingresos.

Uno de los efectos de la crisis sanitaria es haber conseguido a escala global una reducción histórica de las emisiones de CO₂ en 2020. En el informe Emissions Gap Report 2020, publicado por Naciones Unidas se estima una disminución del 7% en las emisiones de CO2 respecto al año 2019 debido al CoVid19. Esta reducción es seis veces mayor que la disminución vinculada a la crisis financiera de 2007-2008. Sin embargo, no se prevé que estos efectos se mantengan a largo plazo. Las emisiones aumentarán nuevamente con la recuperación de la economía tras la crisis del CoVid19, a menos que las inversiones se dediquen a energías limpias e infraestructuras resilientes.

Desde todos los ámbitos de la sociedad, están surgiendo numerosas voces que proponen aprovechar este momento para impulsar una recuperación económica, ecológica, digital, resiliente e inclusiva. Este reclamo de una recuperación verde ya no es solo un objetivo, sino, también, una palanca para salir de la crisis. En la medida en que implementemos soluciones que fomenten la eficiencia y la reducción de consumo energético estaremos liberando recursos económicos que se pueden derivar a paliar otras necesidades

¿En qué deberían estar pensando las ciudades?

El compromiso de las ciudades con la lucha contra el cambio climático debe enmarcarse en una hoja de ruta hacia la neutralidad en carbono. Esta hoja de ruta se puede materializar en algunas de las siguientes acciones:

  • Descarbonizar el transporte: crear un acceso adecuado y asequible al transporte público con bajas emisiones de carbono e invertir en infraestructura urbana para respaldar nuevas tecnologías como los vehículos eléctricos o autónomos.
  • Fortalecer los requisitos de construcción: establecer requisitos de construcción de alta eficiencia que se apliquen a construcciones nuevas y edificios existentes, con requisitos que van más allá de abordar de manera efectiva la gestión del agua y los residuos.
  • Aumentar el acceso a la energía verde: fomentar el uso y la adopción de energías renovables, lo que incluye facilitar la construcción de infraestructura local o fomentar la creación de agregadores de consumos energéticos.
  • Implementar regulación estable: los mecanismos de políticas como las señales de precios y los créditos fiscales bien diseñados estimularán la adopción de tecnologías limpias, fomentarán la innovación y devolverán la carga de las externalidades del carbono a quienes pueden reducirla.
  • Establecer metas y divulgar el progreso: utilizando marcos establecidos y herramientas de evaluación comparativa, las ciudades pueden establecer metas, realizar un seguimiento del progreso y comparar el desempeño con otras ciudades para encontrar oportunidades e involucrar a las partes interesadas.
  • Construir consorcios público-privados: las autoridades locales pueden formar asociaciones muy sólidas en torno a la sostenibilidad. Ya sea para crear conciencia, promover iniciativas exitosas o reunir centros de inversión, los consorcios han sido una forma importante de fomentar el enfoque empresarial en torno a los esfuerzos de sostenibilidad.

7 principios para el Diseño de una ciudad resiliente y neta en emisiones

  • Centrado en el usuario: es necesario pensar en la descarbonización de la ciudad teniendo en cuenta el factor humano. No es solamente una cuestión de tecnología. Cuando hablamos de descarbonización no se trata de hacer lo mismo con menos energía, sino de mejorar la manera en que funciona la ciudad. Hay que considerar la manera en la que nos movemos, la manera en que usamos los edificios y el diseño espacial de la ciudad.

Cambiar los hábitos y los usos es el primer paso. La crisis derivada del CoVid19ha puesto en evidencia cómo el cambio de hábitos puede tener un fuerte impacto en la reducción de emisiones y la disminución de la huella de carbono. Hay una clara oportunidad después de esta disrupción para no volver a los hábitos antiguos.

  • Flexibilidad: la pandemia ha impulsado muchos cambios en nuestra manera de entender el trabajo y el uso de la ciudad. Ahora ya sabemos que no necesitamos tantos metros cuadrados, ni tantos desplazamientos ya que han cambiado los patrones de movilidad. La gente está andando más y utilizando más las bicicletas. Las ciudades deben tener infraestructuras más flexibles que permitan asumir estos cambios.
  • Visión de futuro: el objetivo es empezar con una visión a largo plazo sobre cómo debería de ser una ciudad neta en emisiones y luego planificar cómo se puede llegar hasta allí. Esto permite salir de un pensamiento convencional y fomentar la innovación con acciones de corto y medio alcance.
  • Multienergía: hay que buscar las sinergias entre los diferentes vectores de energía: electricidad, redes de frío y calor, hidrógeno, etc. desde un enfoque sistémico.
  • Comunidad: una ciudad neta en emisiones no se puede desarrollar sin tener en cuenta la iniciativa y expectativas de sus ciudadanos. En condiciones post covid, con un contexto social y económico degradado, tenemos que encontrar iniciativas de descarbonización que tengan un impacto social y económico positivo y que cumplan también con los principios de equidad. Las comunidades de energía están cobrando cada vez más importancia. Los ciudadanos se convierten en prosumers (producers+consumers) y se asocian a través de agregadores de demanda para gestionar sus consumos de manera mas dinámica.
  • Adaptación al cambio climático: hablamos frecuentemente de mitigación del cambio climático. Pero la adaptación es igualmente importante. Hoy las inversiones en adaptación son menores. La crisis del CoVid19 nos ha hecho ser más conscientes del riesgo asociado a catástrofes naturales derivadas del cambio climático. Se deben promover más iniciativas ligadas a la adaptación al cambio climático: cubiertas verdes, muros de vegetación que ayuden a enfriar los edificios, reducir el impacto de los edificios en el suelo  para mejorar así la permeabilidad, entre otras medidas.
  • Financiación: se trata de movilizar los recursos económicos para que esto suceda. Hay que tener modelos de negocio innovadores, as a Service, con compromisos a largo plazo y basados en las mejoras de rendimiento para ser realmente capaces de ofrecer soluciones integradas y reducir los riesgos de inversión. De esta manera se tienen garantías para poder invertir y operar los activos en un periodo largo de tiempo.

Tenemos una oportunidad única con los fondos de estímulo económico que se están movilizando para la recuperación post CoVid19 (Fondos Next Generation UE, Plan de Recuperación y Resiliencia “España Puede”, Innovation Funds, etc.) para orientar las inversiones hacia proyectos sostenibles. Estos fondos son una pieza clave para el impulso de ciudades más sostenibles y más resilientes.

ENGIE, actuar para acelerar la transición a la neutralidad en carbono

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El objetivo de ENGIE es seguir liderando el proceso de transformación urbana. La compañía está convirtiendo este objetivo en realidad, integrando nuestras actividades en los ecosistemas locales y cooperando con los distintos estamentos para lograr que las ciudades sean más seguras, eficientes, sostenibles y dinámicas.

ENGIE se ha comprometido a ayudar a sus clientes, principalmente empresas y autoridades locales, a lograr su propia transición hacia la neutralidad en carbono, brindándoles soluciones energéticas más ecológicas e inteligentes. Para ello, ha decidido centrar sus inversiones principalmente en soluciones de descarbonización y energías renovables.

ENGIE pone un enfoque especial en la eficiencia energética, los sistemas de generación distribuida de energía, los edificios e industrias, la movilidad sostenible y las redes inteligentes entre otros. Estas actividades representan el futuro de la energía. Todas son consistentes con una trayectoria neutra en carbono.

Redes urbanas eficientes y renovables

Las redes de calor y frio urbanas constituyen un factor clave para abordar eficazmente estos desafíos ya que ayudan a las ciudades a optimizar su suministro de energía y reducir su huella medio ambiental.

La calefacción urbana a partir de fuentes renovables y los modernos sistemas de refrigeración urbana figuran entre las soluciones más eficientes y rentables para reducir la huella de carbono de las zonas densamente edificadas, tales como barrios céntricos, parques de oficinas y polígonos industriales. Dichos sistemas pueden alimentarse con distintas fuentes de energía (biomasa, energía geotérmica, energía solar y/o calor residual de procesos industriales o de desechos no utilizables para otros fines).

Normalmente, ello permite ahorros energéticos del 30% y una reducción de las emisiones de CO2 de hasta el 50%.

ENGIE está a cargo de más de 320 redes de calefacción y refrigeración urbana en distintas partes del mundo y, en España, cuenta con 3 redes en las localidades de Barcelona y Zaragoza y está construyendo una red de calor alimentada con biomasa en el barrio de la Txantrea en Pamplona.

Desde hace más de 30 años, ENGIE viene afinando su experiencia tecnológica en materia de eficiencia energética, energías renovables y soluciones para la conversión de desechos en energía. ENGIE se enorgullece de su capacidad para diseñar, construir y operar redes energéticas urbanas sumamente eficientes. Para ENGIE la calefacción y refrigeración urbana serán la espina dorsal de unas ciudades más eficientes y sostenibles.

 

 

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