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Emergencia climática: una carrera que podemos ganar

Nos encontramos posiblemente en el momento de mayor nivel de impacto del cambio climático que hemos vivido hasta ahora. No me refiero al impacto de los efectos del cambio climático —ojalá fuera así y en el futuro hubiera que lidiar «simplemente» con los problemas actuales, que no son pocos si los analizamos bien—. Me refiero al impacto mediático, a la movilización ciudadana, al nivel de penetración del concepto a pie de calle, al nivel de alerta social al que estamos asistiendo. Es algo que se puede percibir en el ambiente —al menos, más que en momentos pasados— y, además, así nos lo confirma el último Eurobarómetro, publicado por la Comisión Europea. Con datos de 2019, señala que el cambio climático es la segunda mayor preocupación en los 28 Estados de la UE, que los encuestados demandan mayor ambición por parte de los gobiernos y consideran necesario conseguir una economía baja en carbono.

Que un asunto ambiental se haga hueco en las conversaciones y preocupaciones ciudadanas implica dos cosas, como siempre, una buena y una mala. Empezando por la buena, podemos valorar de manera positiva el nivel creciente de concienciación social, las personas somos más conscientes de la importancia de la sostenibilidad del planeta. Pero también está el lado malo: ¿cuándo se consigue cierto consenso a la hora de hablar de algo? Cuando no queda más remedio, por la urgencia e importancia del asunto. Y es que, efectivamente, ese es el punto en el que nos encontramos: en una situación de emergencia climática. El Congreso aprobó la semana pasada el estado de emergencia climática en España, sumando así a nuestro país a la Climate Emergency Campaign en la que gobiernos nacionales, regionales y locales de todo el mundo están tomando medidas para impulsar la acción climática.

La comunidad de expertos en sostenibilidad lo tiene claro desde hace tiempo y así lo traslada: el cambio climático no es simplemente un riesgo, es una realidad. Existe una necesidad crítica de reducir drásticamente las emisiones y hacer la transición a un mundo de emisiones netas cero que esté alineado con el escenario de 1.5 ° C del Acuerdo de París, como indica claramente el .

Y en este contexto, el último cuatrimestre del año alberga las citas clave en la agenda climática. Esta semana todas las miradas apuntan a Nueva York, con la Cumbre sobre la Acción Climática, que arranca hoy y ha sido organizada por Naciones Unidas, y la Semana del Clima impulsada por The Climate Group (23-29 septiembre), que pone el foco en la acción privada. Y, como todos los años, tenemos en el horizonte la próxima conferencia de la ONU en Chile sobre cambio climático (COP25).

La situación es, como decía, de emergencia. Nos quedamos sin tiempo. Cada vez nos acercamos más a esa fecha clave del 2030 (o incluso 2050), en la que tenemos que demostrar los resultados de la necesaria transformación a todos los niveles (gobiernos, sector privado y ciudadanos) y, lejos de estar en el camino de conseguirlo, parece que nos seguimos alejando. Por ello, António Guterres, secretario general de la ONU, ha pedido a los líderes que acudan a la cumbre con planes concretos, en lugar de con grandes discursos «Quiero escuchar sobre cómo vamos a detener el aumento de las emisiones en 2020 y cómo vamos a reducirlas drásticamente para alcanzar las cero emisiones a mediados del siglo». Se requieren planes realistas y ambiciosos para mejorar las contribuciones concretas a nivel nacional para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050.

Para asegurar que las acciones de transformación tengan el mayor impacto posible en la economía real, el secretario general ha priorizado los siguientes ámbitos de trabajo:

  • 1. Finanzas: movilización de fuentes de financiación públicas y privadas para impulsar la descarbonización de todos los sectores prioritarios y promover la resiliencia.
  • 2. Transición energética: aceleración del cambio de combustibles fósiles hacia la energía renovable, además de la obtención de considerables ganancias en eficiencia energética.
  • 3. Transición industrial: transformación de industrias como la petrolera, siderúrgica, química, cementera, del gas o de la tecnología de la información.
  • 4. Medidas basadas en la naturaleza: incremento de la capacidad de absorción y mejora de la resiliencia y conservación de la biodiversidad.
  • 5. Acción local y en ciudades: avance de la mitigación y la resiliencia a nivel urbano y local, con un foco de especial atención en edificación, transporte e infraestructura y resiliencia para las personas pobres y vulnerables.
  • 6. Resiliencia y adaptación: fomento de los esfuerzos globales para abordar y gestionar los impactos y riesgos del cambio climático, particularmente en las comunidades y naciones más vulnerables.

Sin lugar a dudas, es mucho el trabajo que tenemos por delante, sin embargo, Naciones Unidas ha optado por lanzar un mensaje positivo y esperanzador a la comunidad internacional. Como si de una competición deportiva se tratase, nos insta desde el lema de la cumbre a abordarlo como «una carrera que podemos ganar».

En el contexto empresarial, en el que desde Forética trabajamos activamente en el Clúster de Cambio Climático, así lo entendemos y por ello, junto a 50 grandes empresas, estamos analizando y proponiendo soluciones para la transformación de los modelos de negocio para lograr una economía baja en carbono, cuyos resultados serán presentados en noviembre en Madrid. Son muchas las que ya cuentan con un objetivo de cero emisiones para 2030 o 2050, con el fin de contribuir en esta línea a los objetivos globales y saben que el éxito se encuentra en el trabajo en equipo. Es necesario implicar a los demás agentes en la consecución del objetivo: empleados, proveedores, clientes, inversores y tercer sector y responder con una coherencia y coordinación interna que permita integrar de manera real la acción climática en el negocio.

En el fondo, el paralelismo que propone la cumbre con una carrera es muy acertado: todo campeón requiere de una estrategia, un objetivo claro, trabajo en equipo y mucho esfuerzo y perseverancia durante el camino. Sabemos el punto en el que estamos, podemos y queremos ganar, así que no hay otra opción: es el momento de apostar por una verdadera transformación para frenar la emergencia climática.

Este arículo fue publicado inicialmente el día 23 de septiembre en Natural Capital Factory. Lo puedes ver aquí

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