Muchas organizaciones miden su huella de carbono y se plantean objetivos ambiciosos en términos de mitigación del cambio climático, llegando a establecer propósitos de ser neutrales en carbono en 2030. Sin embargo, al leer sus memorias de responsabilidad social, uno se plantea hasta qué punto el cambio climático está siendo considerado como un factor de riesgo para la sostenibilidad de sus negocios.
¿Está el contenido de estos informes desalineado con el negocio –como apunta el WBCSD[1]– o no se están analizando adecuadamente los impactos de los riesgos climáticos en el negocio? O, tal vez, ¿ambas cosas?
En diciembre de 2015, el Financial Stability Board anunció la creación de un grupo de trabajo, con el objetivo de desarrollar recomendaciones para el desglose de los riesgos financieros derivados del cambio climático por parte de las empresas; el conocido Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD). La constitución de este grupo surge de la necesidad de integrar el cambio climático en la estrategia empresarial para una mejor toma de decisiones, así como para la valoración eficiente de activos en los mercados financieros. Se estima que el valor medio de los activos financieros en riesgo (Value at Risk) a nivel mundial es de 4,2 trillones de dólares[2], equivalente a un 5% del PIB mundial; aunque en un escenario extremo (entre 5ºC y 6ºC) las pérdidas potenciales se multiplicarían por tres.
[1] En el informe “Sustainability and enterprise risk management: the first step towards integration” de los temas desglosados en 170 memorias de empresas, solo un 29% de los asuntos materiales identificados estaban contemplados en los riesgos
[2] Too late, too sudden: Transition to a low-carbon economy and systemic risk ( (Advisory Scientific Committee – A group of the ESRB)
El desconocimiento y la incertidumbre sobre las consecuencias del cambio climático y su componente de largo plazo hacen que muchas organizaciones no estén percibiendo correctamente los riesgos e impactos derivados del problema y, consecuentemente, no estén modificando sus decisiones de inversión en el corto plazo. En el siguiente gráfico podemos comprobar cómo dentro de los riesgos no financieros, los relacionados con el cambio climático son los que menos inciden a la hora de desestimar una inversión.
Sin embargo, los potenciales impactos del cambio climático no son solo físicos, no solo se manifiestan en el largo plazo, y no solo suponen riesgos; también presentan oportunidades.
Desde el TCFD apuntan a dos categorías de riesgos, físicos y de transición que se concretan a su vez en seis. Los riesgos físicos pueden ser agudos, derivados de fenómenos meteorológicos extremos y crónicos, que suceden debido a cambios en los patrones. Por su parte, los riesgos de transición pueden ser regulatorios -como el carbon pricing-, tecnológicos -como los procesos de captura y almacenamiento de CO2-, de mercado –relacionados con el cambio en la oferta y la demanda de determinadas materias primas -y reputacionales– derivados de los cambios en los hábitos de los consumidores-.
Que los efectos del cambio climático ya se están notando a día de hoy es un hecho:
- 2017 fue el tercer año más caluroso desde que existen datos, después de 2015 y 2016–el primero si descontamos los efectos de El Niño- y los 20 años más calurosos han tenido lugar desde 1995.
- En la actualidad, 42 países y 25 regiones tienen sistemas de carbon pricing cuyo valor asciende a 52 billones de dólares, un incremento del 7% comparado con 2016.
- Los científicos están de acuerdo en que, si bien los fenómenos climáticos extremos vividos en 2017 -como Harvey, Irma o María- no se deben al cambio climático, su extremada virulencia, sí. Entre los tres provocaron unas pérdidas de alrededor de 265 billones de dólares, aproximadamente, según The National Centers for Environmental Information.
- Actualmente, el cambio climático está afectando a sectores estratégicos de la economía española. El calor ya traspasa en determinados momentos del año la “temperatura de confort” para el turismo estival, tanto de interior como de playa y la desertificación ya está afectando al rendimiento agrícola entre un 32% y un 39% y obligando a variar el ciclo de las cosechas.
Por último, aquellas organizaciones proactivas que integren el cambio climático en su gobernanza, estrategia, gestión de riesgos, objetivos y metas, podrán aprovecharse de numerosas oportunidades en su condición de líderes en sostenibilidad. Por ello, nuevas soluciones bajas en carbono, procesos con mayor eficiencia energética o menos intensivas en carbono o nuevas formas de financiarse –como los “sustainability-linked revolving credit facilities”, que ya han firmado compañías como Philips u Olam– serán claves para la transición hacia una economía baja en carbono y, por ende, para las compañías que sepan introducirlas en su business as usual.
El Clúster de Cambio Climático de Forética, plataforma empresarial de referencia en España en materia de cambio climático, formado por 60 grandes empresas, abordará durante 2018 todos estos asuntos, desgranando los riesgos, oportunidades e impactos del cambio climático desde una perspectiva empresarial y haciendo énfasis en su dimensión financiera. Ayudar a que las organizaciones comprendan las implicaciones de este reto global y creciente en sus negocios y cadenas de valor es nuestro principal objetivo.
[1] En el informe “Sustainability and enterprise risk management: the first step towards integration” de los temas desglosados en 170 memorias de empresas, solo un 29% de los asuntos materiales identificados estaban contemplados en los riesgos
[1] Too late, too sudden: Transition to a low-carbon economy and systemic risk ( (Advisory Scientific Committee – A group of the ESRB)