“El Acuerdo de París muestra que la transformación hacia una economía baja en carbono es inevitable. Esta transición creará empleos y determinará la competitividad futura de las empresas en todo el mundo”. Así de rotundos se mostraban Paul Polman y Peter Bakker, presidente y CEO del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) respectivamente, en un artículo que publicaban hace unas semanas.
Desde Forética, como representante en España del WBCSD, consideramos también que así de contundente tiene que ser la apuesta de estados, ciudades y empresas en lo que respecta a la lucha contra el cambio climático. Estamos en un momento en el que, si no hablamos de una transformación real de los modelos de producción y consumo, de los mercados y de las políticas públicas, será difícil garantizar la sostenibilidad en su triple dimensión. Los retos que plantea el cambio climático dejaron, hace mucho, de ser asunto exclusivamente ambiental convirtiéndose en importantes preocupaciones también para gobiernos e inversores.
La ciencia y la capacidad del planeta son quienes han determinado los límites tolerables respecto al cambio climático: el Acuerdo de París, alcanzado en 2015 y firmado por 195 partes, establece que es necesario contener el calentamiento global por debajo de los 2oC a finales de siglo y que para ello es necesaria una acción conjunta de países, empresas y ciudadanos. Para alcanzar este objetivo, la única vía disponible es realizar cambios significativos, es decir, buscar la transformación hacia una economía baja en carbono.
En este contexto, el anuncio del presidente de EEUU, Donald Trump, con la decisión de que EEUU abandone el Acuerdo de París, es sin duda una mala noticia. La salida de EEUU, que supone aproximadamente un 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) totales, nos aleja del objetivo.
Sin embargo, la acción por el clima continúa en marcha y son muchos los motivos para seguir adelante.
Días después de la salida de EEUU del Acuerdo de París, el gobernador de California, Jerry Brown, se reafirmaba: “California está al 100% con el Acuerdo de París. De hecho, vamos más lejos”. Fue precisamente Brown el impulsor, meses atrás, de un acuerdo a nivel subnacional, Under2 Coalition, en el que administraciones de todo el mundo se comprometen a cumplir ambiciosos objetivos climáticos. Hasta la fecha han firmado 175 jurisdicciones que representan más de 1.200 millones de personas y el 39% del PIB mundial. En España, Andalucía, Cataluña, Navarra y País Vasco, son las regiones que ya se han comprometido.
Por su parte, la comunidad empresarial también ha reaccionado: desde la plataforma We Are Still In, más de 900 empresas e inversores americanos declaran estar comprometidos con el cumplimiento de los objetivos de lucha contra el cambio climático y consideran que acelerar la transición hacia una economía baja en carbono beneficiará la seguridad, la prosperidad y la salud.
En España, 50 grandes empresas constituyen el Clúster de Cambio Climático -impulsado por Forética- como punto de encuentro empresarial en liderazgo, conocimiento, intercambio y diálogo en esta materia y como canal para colaborar con el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) para potenciar la promoción de la gestión empresarial sostenible y medioambientalmente responsable.
España firmó el Acuerdo de París y por tanto tiene unos compromisos internacionales que cumplir. Además, somos uno de los países más vulnerables de Europa a los efectos del cambio climático: el aumento de la temperatura y la reducción de recursos hídricos previstos, podrían poner en peligro sectores como la agricultura y el turismo. Es por esto que, de manera más urgente si cabe, debemos definir y poner en marcha la senda que nos encamine a dicha ambiciosa transformación.
Por el momento, desde el gobierno ya se está trabajando en la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Por su parte, el Clúster de Cambio Climático ha entregado a la Oficina Española de Cambio Climático unas propuestas concretas sobre aspectos clave que debería considerar dicha ley.
El rol de las empresas en la lucha contra el cambio climático es fundamental para conseguir los objetivos, pero igual de relevante es para la sostenibilidad de la economía que las empresas integren el cambio climático en sus estrategias de negocio, como elemento de mitigación de riesgos y generación de oportunidades.
En este sentido las empresas necesitan incorporar con carácter urgente en sus estrategias corporativas el cambio climático. Han de conocer el nivel de su impacto y la vulnerabilidad y el de su cadena de valor respecto al cambio climático, cuantificar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), es decir, medir su huella de carbono para, a partir de ahí, alinear sus esfuerzos y objetivos de reducción de emisiones con los adoptados a nivel nacional e invertir en nuevas tecnologías, en el desarrollo de capacidades y en soluciones bajas en carbono.
En esta senda, cada día son más las empresas que incorporan mecanismos económicos, como el precio del carbono, para integrar el cambio climático en la toma de decisiones y así, considerar las externalidades negativas que producen las emisiones como criterio a la hora de aprobar y desarrollar proyectos e inversiones. Además, como elemento generador de confianza se precisa un compromiso efectivo con la transparencia y la rendición de cuentas través de herramientas de reporting que permitan el desarrollo de una comparativa a nivel global.
Si conseguimos, países y empresas, generar estos cambios institucionales y tecnológicos, tendremos no solo la oportunidad de que el cambio climático no supere los umbrales establecidos -limitando así los riesgos asociados- sino generar nuevas oportunidades de negocio que conduzcan a una economía más sostenible y competitiva.
Publicado en la revista RSC y Buen Gobierno de El Economista (página 62)