En un escenario repleto de desafíos sociales, ambientales y de buen gobierno, las compañías tenemos el deber de actuar de forma sostenible, siendo conscientes de nuestra relación con el entorno social en el cual operamos y de nuestro papel en su mejora. Lo cierto es que muchas compañías españolas hemos asumido este reto como parte inherente de nuestro quehacer diario. Prueba de ello es que España es el cuarto país del mundo donde se publican más informes anuales sobre la Gestión Responsable de las organizaciones y el séptimo con más empresas invirtiendo con criterios de sostenibilidad.
La importancia que juegan la estrategias de creación de valor compartido en la gestión empresarial se hizo patente hace dos décadas con la entrada en vigor de la primera edición de la Norma SGE 21, el sistema pionero de gestión de la responsabilidad social europeo que permite –de manera voluntaria– auditar procesos y alcanzar una certificación en Gestión Ética y Responsabilidad Social.
Esta herramienta, elegida tanto por empresas multinacionales de primera línea como por pequeñas y medianas organizaciones, ayuda a aterrizar los retos de transparencia, integridad y sostenibilidad en los procesos de las compañías, estableciendo una serie de objetivos realistas y asequibles que nos permiten evaluar resultados y mejorarlos de manera continua.
Calidad Pascual comparte esta orientación y hemos dado un paso más para participar en el piloto de la nueva SGE 21 lanzada por Forética, una actualización de la norma que la alinea a los estándares más exigentes a nivel internacional.
Desde Calidad Pascual siempre hemos defendido un modelo de Creación de Valor Compartido vinculado directamente a nuestra cadena de valor, es decir, íntimamente ligado a la propia actividad empresarial y a los impactos económicos, sociales, laborales y ambientales que generamos en nuestros grupos de interés. Así, en nuestra compañía hemos incorporado el valor de los intangibles al cálculo del valor de la empresa, integrándola como parte del balance.
A día de hoy, seguimos manteniendo la defensa de los valores que desde un principio se convirtieron en nuestra seña de identidad y que hoy definen los principales ejes de nuestra estrategia de creación de valor compartido: La preocupación por la seguridad y la calidad de los alimentos, el impulso del sector primario y del comercio minorista, el compromiso con nuestros empleados, la preservación del medio ambiente y la promoción de una vida saludable, entre otros.
Este firme compromiso nos ha llevado a apostar por adherirnos a esta nueva versión de la normativa, que nos hará ser todavía más exigentes frente a la detección y gestión de riesgos, fiscalidad responsable, Derechos Humanos en la cadena de valor, medidas y objetivos, cambio climático, cumplimiento y prevención de la corrupción o la incorporación de objetivos sociales y ambientales en la evaluación del desempeño.
Asimismo, nos facilitará implantar una cultura de gestión ética y responsabilidad social compartida y, a la vez, incluir un mayor énfasis en el seguimiento de los riesgos ambientales, sociales, éticos y de gobierno corporativo.
La nueva versión de la SGE 21, que entrará en vigor el 1 de octubre, supondrá un paso más para lograr que las compañías no conciban la Gestión Responsable como un mero aspecto accesorio sino como una filosofía verdaderamente inserta en el modelo de negocio.