El mundo está cambiando y, con él, los principales núcleos de actividad económica, política y social: las ciudades. Según los datos que se manejan, para el año 2050 no sólo se espera que en torno al 70% de la población viva en núcleos urbanos, sino que también el mismo porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero generadas globalmente provengan también de las ciudades.
Este crecimiento exponencial de los entornos urbanos supone importantes retos en materia de sostenibilidad y quizá uno de los más relevantes, por sus significativos impactos sociales y ambientales, es el asociado a la movilidad. Esta favorece el acceso de personas y bienes a los mercados, la educación o los servicios médicos, posibilitando una conexión e integración de los aspectos esenciales de una ciudad. Sin embargo, el aumento de la complejidad de las ciudades unido a los cambios a nivel económico y social (por ejemplo, en los hábitos de vida y de consumo) de las últimas décadas están provocando retos importantes a la hora de facilitar el movimiento tanto dentro como fuera de las ciudades.
Por otro lado, buena parte de los impactos ambientales de los entornos urbanos (ruido, contaminación del aire, etc.) se relacionan de forma más o menos directa con la movilidad. De hecho, el IDAE estima que el sector del transporte es el mayor emisor de CO2 en España (en torno al 30% de las emisiones tienen este origen). Es por ello que la mejora de la movilidad es uno de los principales ámbitos de actuación de numerosas ciudades y países a nivel mundial, no sólo desde la perspectiva de la lucha frente al cambio climático sino también desde la de la salud y el bienestar del ciudadano.
Los ODS, que marcan la agenda global en materia de desarrollo sostenible, no solo han establecido un objetivo, el 11, que busca hacer de las ciudades y los asentamientos humanos lugares más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. También se ha establecido una meta específica, la 11.2, que se centra en la importancia de facilitar el acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos. La Agenda 2030, por tanto, habla de una movilidad sostenible que responda a las necesidades económicas, sociales y medioambientales.
Precisamente, el Clúster de Cambio Climático, que lidera Forética con 62 grandes empresas españolas, trabajó durante 2017 en entender el impacto del cambio climático en los entornos urbanos, e identificó la movilidad sostenible como una de las palancas fundamentales para la acción climática en las ciudades, tema que de nuevo se ha abordado en 2018 en la segunda reunión del grupo.
Para afrontar los retos de la movilidad es necesario desarrollar e implementar soluciones adaptadas a cada ciudad a través de la creación de infraestructuras y servicios, estableciendo modelos de bajo consumo de carbono y menor consumo energético, así como considerando criterios de equidad social, entre otros aspectos.
En este sentido, los ayuntamientos ya están poniendo en marcha numerosas acciones con este objetivo. El desarrollo de nuevos planes de movilidad urbana, la utilización de la tecnología, la mejora del transporte público o la apuesta por nuevos modelos de movilidad, como los vehículos eléctricos o las iniciativas de carsharing son sólo algunos ejemplos de acciones relevantes en este sentido.
Por otro lado, el papel de las empresas y las oportunidades existentes alrededor de nuevas soluciones para la movilidad urbana son incuestionables. Su conocimiento de las necesidades de las ciudades o su capacidad tecnológica y de innovación son aspectos que ya se están poniendo en práctica especialmente a nivel de negocio, a través de la optimización de las rutas logísticas o el despliegue de flotas de vehículos de combustibles o eléctricos.
En concreto, hace unos días tuvimos la oportunidad de conocer, de la mano de CREARA Energy Experts el estado actual de la movilidad eléctrica en España y la aproximación empresarial a la misma. Los datos reflejan que las empresas están apostando de manera importante por la movilidad sostenible debido a su importante impacto en la huella de carbono global como organizaciones. Los vehículos eléctricos -aunque continúan teniendo importantes retos asociados a la autonomía, el precio de adquisición o las infraestructuras de carga disponibles- suponen importantes ventajas no sólo a nivel ambiental sino también económicas u operativas.
La movilidad sostenible, por tanto, se sitúa como una de las temáticas clave a la hora de hablar de sostenibilidad urbana, de lucha contra el cambio climático y de mejora de la salud de los ciudadanos. Recientemente, la nueva ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaraba que es imposible reducir emisiones, y por tanto cumplir los objetivos establecidos para España, sin abordar un cambio en el modelo actual de movilidad.
En este proceso de cambio hacia una manera más sostenible de movernos, que también será cultural y social, el sector empresarial tendrá un rol crucial que debe explotar con urgencia.
Artículo publicado el pasado 17 de agosto de 2018 en la edición en papel del Diario de Navarra