La Inteligencia Artificial (IA) representa un gran desafío para los educadores y los estudiantes. Desde el lanzamiento de ChatGPT, académicos de diferentes lugares del mundo han publicado sus investigaciones analizando retos y oportunidades que ofrece esta herramienta en el sector de la educación. De este modo, la capacidad de análisis que caracteriza a los académicos se traduce en un debate abierto que se traduce en 18.600 resultados en Google Académico con los criterios de búsqueda de las palabras-clave: inteligencia artificial, educación superior, innovación, sostenibilidad, aprendizaje.
Una de las aportaciones en este debate la ofrecen los autores Pradana, M., Elisa, H. P., & Syarifuddin, S. (2023) en el artículo Discussing ChatGPT in education: A literature review and bibliometric analysis. Cogent Education, 10(2), 2243134. En su investigación, señalan que el reto hoy es encontrar un equilibrio entre el uso de la IA para mejorar la educación y mantener el toque humano y la comunicación interpersonal, tan relevantes en la transferencia del conocimiento.
De este modo, los resultados de aprendizaje pueden mejorar con el uso de la tecnología, según estos autores, considerando también aspectos éticos y legales en su utilización. Así, la tecnología es una herramienta que contribuye a generar conocimiento y reflexión, pero los límites deben ser establecidos por parte de las instituciones educativas (normas de conducta en el aula, instrucciones en las guías docentes, programas anti-plagio, etc.).
Las tecnologías aplicadas al ámbito de la educación no pueden suplantar la creatividad y la innovación en el aula. En ocasiones, las tecnologías pueden proporcionar ideas sobre los fenómenos sociales con inmediatez, pero esto no es aprendizaje para el alumnado. El análisis fundamentado es la marca única del estudiante en su aprendizaje.
En mi experiencia docente, tener un conocimiento directo y real de los alumnos, mediante su comportamiento, interacción y participación en el aula, hace más reconocibles sus trabajos escritos en su forma de explicar y analizar los temas tratados en el aula. En otras palabras, si el alumnado está ausente, difícilmente puede sorprender en sus documentos escritos. Esta coherencia es fácilmente detectable por el profesorado y, de esta forma, el aula se convierte en un laboratorio de generación de ideas y en un espacio de experimentación e interacción humana.
En recientes conversaciones con docentes e investigadores, he podido comprobar su entusiasmo por las respuestas que ofrece la IA ante preguntas de prueba para conocer sus posibilidades de interacción. También he podido conocer algunas resistencias de otros educadores a identificar su utilidad. Mientras, la IA evoluciona de forma rápida y puede generar un gran valor a la educación, considerando el potencial de las herramientas tecnológicas para generar nuevos espacios de innovación educativa. Para ello, establecer instrucciones es tarea necesaria para un uso adecuado, desde la perspectiva pedagógica.
En mi actividad docente e investigadora en el ámbito de la Responsabilidad Social, la Sostenibilidad y la Comunicación, soy consciente de la necesidad de explorar diferentes métodos educativos para reforzar las competencias del alumnado. En ese sentido, la IA abre un espacio de aprendizaje que tiene grandes posibilidades en la transferencia del conocimiento. Para ello, el uso de los datos puede incentivar la curiosidad por aprender y cultivar el arte de experimentar diferentes escenarios a los desafíos sociales y medioambientales.
Un ejemplo lo podemos ver en el uso de la IA por parte de las organizaciones para analizar el impacto de políticas para fomentar la igualdad de género en su plantilla. Analizar casos a través de los datos permite generar discusión, plantear diferentes soluciones y generar un espíritu crítico en el alumnado, al tiempo que facilita su interacción y participación. A su vez, la IA permite plantear retos medioambientales basados en datos sobre el incremento de las temperaturas para proyectar las previsiones climáticas en diferentes áreas del planeta o bien facilitar la prevención de nuevas catástrofes naturales. Además, la IA puede contribuir a explicar, mediante diferentes modelos teóricos, las consecuencias del cambio climático por áreas geográficas, las crisis migratorias, las previsiones de la escasez de agua en diferentes regiones del planeta, etc. Todo ello para analizar el impacto del calentamiento global y sus consecuencias futuras.
De forma conjunta, la investigación y la docencia en el ámbito universitario en el ámbito de la Sostenibilidad, tiene la finalidad de generar conocimiento teórico y aplicado a los desafíos globales. La IA puede ofrecer nuevas perspectivas ante el reto de lograr la igualdad, el respeto a los derechos humanos, la inclusión de diferentes colectivos, etc. Todo ello, siguen siendo razones para seguir explorando potenciales soluciones responsables, sostenibles, éticas. Con el apoyo de la IA, los datos proporcionarán aún más valor a la ciencia y al conocimiento generando en los estudiantes asombro y motivación para ofrecer sus aportaciones a los desafíos presentes.
Por último, los datos, la creatividad, la innovación y la humanización de la educación son ingredientes que confluyen en nuevo espacio donde se abren infinidad de caminos de aprendizaje por explorar en el aula y que revertirán en la sociedad, sin duda. En este proceso, es crucial establecer las normas de un nuevo escenario que tiene riesgos, pero que puede generar soluciones globales para el planeta y la sociedad.
Belén López, ESIC University
Belén López es Doctora en Comunicación por la Universidad del País Vasco.
Actualmente, es Profesora Titular en ESIC University, investigadora asociada a la Unidad Permanente de Investigación en ESIC y cuenta con 2 sexenios de investigación. Además, es Directora de RSC en ESIC.
Áreas de investigación: Responsabilidad Social Corporativa, Sostenibilidad, Comunicación Corporativa, Educación Superior. Publica artículos en revistas científicas de impacto y capítulos de libro en editoriales internacionales y asiste de forma habitual a congresos académicos internacionales.
Está asociada a Academy of International Business (AiB). Es investigadora del grupo de la Universidad Complutense de Madrid de Gestión de Marca y Comunicación Integrada.