Inteligencia Humana para la Inteligencia Artificial
Por Fernando Móner Romero
Presidente de AVACU
Junta Directiva de CECU
Las Asociaciones de Consumidores, como parte muy activa de la Sociedad Civil, abogamos por descubrir, innovar, buscar, probar.. pero siempre analizando las posibles consecuencias de todos esos procesos, y formando parte activa de esa transformación digital y sostenible donde la ética de las organizaciones es clave.
No hace falta fijar la vista para saber hacia dónde vamos, o hacia donde nos lleva nuestro entorno, porque no hay otro camino, y pocos en el mundo no reconocen la necesidad de avanzar hacia la sostenibilidad en la dirección marcada por la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, dentro de un proceso compartido de digitalización social, donde las iniciativas ciudadanas, de las empresas, de las Administraciones… van en ese sentido. Esta transformación (que ya ha empezado e inclusive se ha acelerado) sostenible y digital es uno de los grandes retos que debemos compartir. Y este o cualquier otro gran reto supone un esfuerzo increíblemente importante a las organizaciones, desde una pequeña familia de dos miembros, hasta una gran empresa con 100.000 trabajadores, desde un pequeño pueblo de 300 habitantes, hasta las grandes urbes de millones de ciudadanos.
Y dentro de este proceso emerge con fuerza una expresión IA, que esconde una revolución, revolución real que hemos empezado a observar hace unos años y que va tomando fuerza, principalmente en determinados sectores donde la tecnología es uno de los armazones básicos de esta trasformación de la que hablamos. Y la Inteligencia Artificial debe darnos respuestas a problemas complejos y también nos hará pensar en nuevas preguntas que cualquier revolución trae consigo.
Pero cuáles son algunas de nuestras preocupaciones y, por supuesto, qué nos apasiona de la Inteligencia Artificial. Nos apasiona:
- La eliminación de las trabas en comunicación entre personas de distintos países que ya empiezan a poder hablar entre sí gracias a la inteligencia artificial que permite una traducción inmediata.
- Los nuevos procesos médicos que permiten intervenciones no invasivas minimizando los daños colaterales.
- El conocimiento en detalle de dudas que la inteligencia humana ha podido resolver con la ayuda de la Inteligencia artificial.
- La revolución en la movilidad y el transporte, reduciendo el impacto de los errores humanos
- ….etc.
Pero también debemos preocuparnos por:
- Una normativa que regule los límites éticos de la Inteligencia artificial
- Un desarrollo transparente de la Inteligencia Artificial donde todos, también los grupos sociales, podamos ser protagonistas y estar vigilantes de ese desarrollo
- Una eficaz protección de los derechos y libertades de la ciudadanía (intimidad, datos,…etc.)
- Analizar los riesgos que puede traer el desarrollo de la inteligencia artificial y generar una escala de los mismos para poner límites en base a la potencialidad del riesgo.
- …etc.
Somos muy conscientes de las ventajas que ha traído en el siglo XXI la Inteligencia artificial, pero también somos conscientes de que hay partes más oscuras que debemos aclarar y, sobre todo, evitar abrir caminos cuyos riesgos pueden ser superiores a las ventajas. No estoy diciendo que no abramos horizontes ni que dejemos de viajar por el espacio. Solo digo que analicemos los riesgos de las decisiones en un mundo como es el de la Inteligencia Artificial del que, sin duda, conocemos muy poquito… y no todo es bueno.
Nuestro mensaje es claro y también debe ser tranquilizador, puesto que muchas organizaciones sociales, la llamada «sociedad civil», queremos seguir disfrutando de los avances que a la Sociedad ha traído la Inteligencia Artificial. Pero queremos ser mucho más proactivos en los procesos de ese desarrollo, queremos saber dónde, cómo y cuando se está desarrollando, en qué se está investigando, cuáles son los miedos, las certidumbres… queremos ser partícipes para preservar los derechos de la ciudadanía, para evitar que los derechos fundamentales, los derechos humanos, puedan ponerse en entredicho, pero también para proteger la intimidad, los datos, el entorno de nuestras familias y amigos y, por eso, es unánime el grito de “transparencia” y de trabajo conjunto.
El Gobierno de España ha impulsado algunas iniciativas importantes sobre inteligencia artificial, como la puesta en marcha de la primera Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), mediante un real decreto aprobado el pasado mes de agosto, y la creación de un entorno de pruebas (sandboxes) para analizar la aplicación del futuro Reglamento de Inteligencia Artificial. Y, progresivamente, todos los países miembros de la Unión Europea deberán desarrollar figuras parecidas. Es éste uno de los lugares donde nuestra participación debe ofrecerse y potenciarse, porque la inteligencia artificial no son solo algoritmos, software, hardware, datos…, también son y afectan a personas con sus derechos y obligaciones.
Por lo tanto, SÍ a la Inteligencia Artificial, pero debemos usar muy bien la Inteligencia Humana para que su desarrollo no limite derechos de la ciudadanía, no les desproteja, no vea zonas oscuras… sino que sean el verdadero beneficiario de su desarrollo.
Las Asociaciones de Consumidores, como parte muy activa de la Sociedad Civil, abogamos por descubrir, innovar, buscar, probar… pero siempre analizando las posibles consecuencias de todos esos procesos, y formando parte activa de esa transformación digital y sostenible donde la ética de las organizaciones es clave.
Fernando Móner Romero, Presidente de AVACU y miembro de la Junta Directiva de CECU
Presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios desde 1997.
Presidente de la Confederación de Consumidores y Usuarios (ámbito estatal) desde 2008 hasta octubre 2022. Vicepresidente de CECU desde 1998 hasta 2008.
Actualmente Vocal Junta Directiva CECU.
Consejero del Consejo Económico y Social de España.