Una de las tendencias globales que se identifican en el “Informe Forética 2015. Ciudadano consciente, empresas sostenibles” presentado recientemente por Forética, es la gran oportunidad que surge para la sostenibilidad y el consumo responsable desde el universo paralelo del Big Data.
El análisis de las cuatro “uves” que caracterizan este fenómeno tecnológico, aportan una interesante visión a la hora de abordar cuál es el valor añadido que aporta el Big Data al consumidor consciente. Repasémoslas una a una.
En primer lugar, el 90% del volumen de información que existe en el mundo se ha creado en los últimos dos años. Sin duda un dato apabullante. Para contabilizar la cantidad de información en sostenibilidad, hemos de remitirnos a su formato más común, las memorias, y a la plataforma que mayor número de estas reúne, Global Reporting Initiative. A nivel global se alcanza una cifra no tan desorbitada pero tampoco despreciable: un aumento del 90% en el número de memorias publicadas en los últimos cinco años.
De nuevo retomamos esta proporción, 90%, para referirnos a la cantidad de información sin estructura que contiene la red; y es que la diferencia en el formato de los documentos dificulta su procesamiento, y por ende su utilidad. Esta casuística también se da cuando hablamos de la documentación en sostenibilidad que proporcionan las entidades. La gran variedad y heterogeneidad de información en RSE, materializada en una infinidad de indicadores ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno), marcos de reporting y adhesiones a iniciativas, complica la comparabilidad, ya no solo entre diferentes tipos empresas, sino también entre aquellas que pertenecen al mismo sector y se dedican a la misma actividad.
Sin embargo no importa como de estructurada esté la información si a la hora de tomar decisiones, no se confía en su veracidad. Según IBM, la baja calidad de los datos cuesta a la economía estadounidense 3,1 trillones de dólares al año. En este sentido, el Informe Forética 2015 hace referencia a la “infoxicación”, esa sobrecarga informativa a la que están expuestos los ciudadanos y que puede impactar en la credibilidad de los mensajes que reciben en general, y en concreto a términos como sostenibilidad y RSE.
El último elemento es la velocidad; es decir, la rapidez con la que se procesan, integran y analizan los datos en tiempo real. Gracias a los avances en tecnología es muy sencillo consultar el saldo de una cuenta bancaria a través de un smartphone o analizar el número de visitas que tiene una web de manera instantánea. En el terreno del consumo responsable, sería de gran utilidad poder procesar esa información de sostenibilidad que las empresas desglosan sobre su negocio y sus productos para que nuestras decisiones de consumo pudieran estar acorde con nuestros valores y expectativas.
Existen iniciativas incipientes al respecto, pero todavía hay un importante reto en la obtención de utilidad de este gran y variado volumen de datos, que por un lado proceda de una fuente creíble y que por el otro pueda estar disponible en el punto de venta y en el momento de la compra.
La buena noticia es que ya tenemos lo primero y más importante, los consumidores conscientes. 12 millones de españoles son receptivos a la responsabilidad social empresarial. Un 50% de la población ha realizado discriminación positiva en el consumo; ha preferido o premiado un producto por las prácticas éticas de la empresa productora. Un 30% adicional lo haría en caso de información perfecta.
Es decir que, si se tuviera acceso a una idílica plataforma o app a través de la cual poder consultar la sostenibilidad de un producto, 8 de cada 10 españoles serían susceptibles de ser consumidores activos.
Aunque con muchos retos todavía por superar, se abre ante nosotros un nuevo camino por el que avanzar hacia el consumo responsable.
Puedes consultar la infografía sobre el ciudadano consciente aquí
Y el Informe Forética 2015 aquí
Publicado en: