“Moisés descendió con diez mandamientos del Monte Sinaí. ¡Ojalá la lista propuesta por las Naciones Unidas como Objetivos de Desarrollo Sostenible hubiera sido así de concisa!”. Así comenzaba la tribuna titulada “Los 169 mandamientos” del prestigioso semanario The Economist el 28 de marzo de este año. La conclusión del editor era meridianamente clara. Son muchos. Son ambiciosos. Muchos de ellos son circulares y no mutuamente excluyentes. Será muy cara y engorrosa la rendición de cuentas. El diagnóstico: los ODS están muertos antes de ver la luz del sol. Por mucho respeto y admiración que tenemos a dicho periódico, en este caso, no podemos estar menos de acuerdo.
La polinización del desarrollo sostenible…de la abeja a la flor
La dispersión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es amplia hasta la extenuación. Pero esto no es la debilidad, si no precisamente su fortaleza. Este incremento en su complejidad respecto a sus antecesores, los ODM, mete en un plano en corto a un actor que, anteriormente, era un mero secundario, esto es, a la empresa. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio tenían como destinatarios fundamentales a los Estados y a los organismos multilaterales. Establecían objetivos de carácter estructural y sistémico. Un terreno donde quienes más pueden contribuir son los poderes y los agentes públicos. Esto dejaba el potencial de impacto de la empresa demasiado lejos de su alcance, puesto que tenían una visión macro. Por ejemplo, erradicar la pobreza extrema o reducir la mortalidad infantil solo se puede conseguir si los gobiernos de turno están en el bando correcto, por mucho que la empresa quiera contribuir.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sin embargo, abren un abanico de líneas de acción en las que las empresas sí pueden comprometerse de manera estratégica. Muchos de ellos guardan una relación íntima con el negocio de un buen número de sectores. Para ilustrar esta ida, observemos el objetivo 2 de los ODS. Acabar con el hambre a través de la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible parece una invocación explícita a un grupo fácilmente identificable de destinatarios. Asegurar la salud y promover el bienestar en todas las edades parece una invitación con nombre y apellidos, el sector salud – farma, equipos médicos, aseguradoras, operadores de hospitales, entre otros.
¡Es el portfolio… Estúpido!
Precisamente, el gran atractivo del sector privado de cara a su participación en los ODS, es que se parece mucho a una cartera de posibles líneas de acción, que le permite seleccionar aquellos objetivos que son estratégicos y donde cada compañía puede generar un mayor impacto. Además, el encontrar una lista abierta de posibilidades facilita la diversificación en los programas de sostenibilidad. En otras palabras, los ODS precisan de un buen análisis de materialidad.
En este sentido, el área de alianzas estratégicas del BID pidió a Forética que trabajara junto con un grupo de empresas de gran recorrido en RSE, dentro del programa CSR Innolabs, para tratar de anticipar la relevancia potencial que los ODS podrían tener a futuro. Uno de los ejercicios que realizamos fue hacernos la siguiente pregunta. ¿Si los ODS entraran hoy en vigor, cuántas compañías estarían virtualmente participando en ellos? Para responder a esta pregunta hicimos un benchmark, utilizando como universo las compañías líderes de sector del Dow Jones Sustainability Index. Lo que encontramos fue que cada objetivo de desarrollo sostenible tenía, de media, una participación del 67% de la muestra. Algunos, como el objetivo 7 (energía), el 3 (salud y bienestar) o el 13 (cambio climático) tenían una participación de más del 90%. Es decir, la inmensa mayoría de los objetivos ya están en la agenda de las compañías más avanzadas en sostenibilidad y por tanto, los ODS son un estímulo adicional para trabajar en ello.
Grado de participación en los ODS actual de las empresas líderes en sostenibilidad
Otra de las conclusiones de nuestros trabajos es que los ODS, no solo serán una importante contribución por parte de algunos sectores al desarrollo sostenible, sino una importante fuente de negocio. Así, el sector de infraestructuras, agua, comunicaciones, salud y financiero pueden encontrar grandes oportunidades de alinear de manera virtuosa RSE y negocio.
En conclusión, creemos que los ODS, por complejos o dispersos que parezcan serán un gran éxito y tendrán un hueco muy importante en las agendas de sostenibilidad de las compañías. Esto es bueno para ellos y es bueno para todos. Hagamos nuestros los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Publicado en diarioresponsable.com